Picture credit score: © Brad Penner-Imagn Photographs
Traducido por Carlos Marcano.
En octubre, la cosa cambia. Antes, los mánagers se obsesionaban con las “veces que un lanzador enfrentaba el orden al bate”, y no dudaban en sacar a sus abridores a la primera señal de que iban a enfrentar la alineación por tercera vez.
Pero en una serie de postemporada, donde los mismos bateadores ven a los mismos brazos noche tras noche, esa vieja forma de pensar empieza a perder peso. Ya no se trata de cuántas veces un lanzador enfrenta al lineup en un solo juego, sino de cuántas veces esos mismos bateadores lo enfrentan a lo largo de la serie. En un corto período donde cada vistazo agudiza el timing y cut back el margen de error, la familiaridad se convierte en el verdadero rival.
Ahí es donde los números empiezan a pasar factura. Según una investigación de David Gordan publicada en SABR, los relevistas utilizados tres o más veces en una serie de siete juegos muestran un bajón notable en su efectividad; los bateadores, sencillamente, se ajustan. Mientras más ve un lineup a un brazo del bullpen en un corto período, más pequeña se vuelve la ventana del engaño. El cansancio juega un papel, pero la familiaridad podría ser una amenaza aún mayor.
Los mánagers siguen jugando a la “vuelta al orden al bate”, mientras que los bateadores, calladitos, están ganando el juego de las “veces enfrentadas en la serie”.
Los datos lo respaldan. En el análisis de SABR de 27 collection de postemporada al mejor de siete, desde 2014 hasta 2022, los relevistas que enfrentaron al mismo oponente varias veces mostraron claras señales de rendimientos decrecientes. Para la tercera aparición en una misma serie, el wOBA de los oponentes subía de forma notable, incluso para los brazos de élite del bullpen. A los lanzadores utilizados en días consecutivos o después de cargas de trabajo más pesadas les fue aún peor. Sea por cansancio, por reconocimiento de patrones o por ambas cosas, los bateadores empiezan a ajustarle el timing a los pitcheos que los engañaron a principios de la semana.
Ese es el costo oculto de la gestión moderna del bullpen: la familiaridad no solo desgasta la ventaja, la invierte por completo.
En la postemporada de 2025, la preocupación por la familiaridad del bateador ha pasado de la teoría a la evidencia pura y dura. Tomemos el caso de Eduard Bazardo: en la Serie Divisional enfrentó a Javier Báez en cinco duelos distintos, pero solo le lanzó 15 pitcheos en complete en esos encuentros. No lo estaban sobrecargando, lo estaban reutilizando, y Báez tuvo más “vistas” de las que la mayoría de los mánagers preferirían en una serie corta.
¿Qué nos cube esto? Los equipos siguen estirando los límites del reuso de relevistas en octubre, tratando de balancear la necesidad en situaciones de alta presión con el riesgo de la sobreexposición. Los conteos mínimos de pitcheos de Bazardo sugieren que los mánagers están tratando de hacerle trampa a ese “impuesto” de la familiaridad: muchas apariciones cortas para diluir la atención, en lugar de innings largos que permitan a los bateadores ajustarse. Este patrón de uso nos obliga a preguntar: ¿Están los equipos respetando los límites de la exposición o simplemente siendo más astutos que nuestros modelos? Lo que aprendamos de estas primeras rondas bien podría redefinir lo que significa un “uso inteligente del bullpen” en los Playoffs de 2025 y más allá.
En esta postemporada, algunos equipos han comenzado a probar los límites del principio de “limitar la exposición”. Los Mariners, Tigers y Blue Jays han apostado por la thought de que ciertos relevistas pueden mantener su ventaja incluso enfrentando a los mismos bateadores varias veces en una serie. Ya sea por confianza estratégica o por necesidad, están exigiendo a sus brazos del bullpen y apostando a que la familiaridad no superará a la pura calidad.
La verdad es que la mayoría de los equipos terminan en estas situaciones por necesidad. En una serie de cinco o siete juegos, las cargas de trabajo se aprietan, los días de descanso desaparecen y los mánagers tienen que confiar en sus mejores brazos con más frecuencia de lo que los datos recomendarían. Y aunque la investigación cube que la familiaridad erosiona la ventaja, la realidad es más easy: cuando tus relevistas de élite son mucho mejores que cualquier otro en el employees, les sigues dando la bola y asumes el riesgo.
Esta tabla muestra el número de relevistas que han aparecido en tres o más juegos hasta el last de la Serie Divisional.
Cuando profundizamos en cuáles han sido los enfrentamientos más consistentes para los relevistas en las dos primeras rondas, queda claro que los equipos no han tenido miedo de repetir emparejamientos familiares. Los mánagers ya no ven la exposición repetida como una señal de alerta, sino como una variable controlada. En lugar de evitar estrictamente las confrontaciones repetidas, están eligiendo cuáles aceptar.
Lo que resalta es cómo estos duelos repetidos a menudo ocurren en contextos específicos: especialistas de los innings finales enfrentando al mismo grupito de la alineación, o preparadores (setup males) encargados de neutralizar a un tipo specific de bateador. No se trata tanto de un reuso a ciegas, sino de una confianza calculada, apostando a que el arsenal, la ejecución o la ventaja de platoon de un relevista todavía pueden funcionar, incluso cuando el oponente sabe lo que viene. En muchos casos, estamos viendo a los mánagers rotar al resto del elenco alrededor de estos duelos, cambiando el orden de aparición pero manteniendo intacto el enfrentamiento clave.
Aquí están los lanzamientos, apariciones al plato y juegos en los que un relevista enfrentó a un bateador la mayor cantidad de veces en lo que va de postemporada este año.
La conclusión es clara: la exposición repetida no se está evitando, se está gestionando. Los equipos caminan sobre una delgada línea entre la predictibilidad y la precisión, tratando de usar la familiaridad como un arma en lugar de ser castigados por ella. La mayoría de estos enfrentamientos, vistos de forma aislada, podrían parecer abrumadores. Pero el patrón se aclara cuando consideramos la estrategia common: los equipos deciden temprano en la serie qué enfrentamientos del mismo lado quieren buscar y cuáles están dispuestos a sacrificar contra el lado contrario.
En el fondo, es un enfoque de gestión de riesgos calculado. Tomemos, por ejemplo, el duelo de Kerry Carpenter vs. Gabe Spiers, un emparejamiento relevista-bateador que los equipos permitieron que se repitiera a sabiendas de lo que puede significar. Al last, Carpenter conectó un jonrón que cambió el juego en su último turno de la serie contra Spiers, una ilustración perfecta de cómo la exposición repetida puede dar frutos para los bateadores y del equilibrio preciso que los mánagers deben encontrar entre la confianza y el riesgo.
Discutiremos esto con más detalle mañana en la parte last.
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