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Traducido por Fernando Battaglini
Los Astros decidieron no hacer historia esta temporada. Ciertamente podrían haberlo hecho, pero con una de sus numerosas transferencias en la fecha límite de cambios, se aseguraron de no hacerlo. Jesús Sánchez ya suma 60 apariciones al plato con el equipo, y aunque han sido una pesadilla—batea .161/.217/.250, y su DRC+ desde el canje desde Miami es de apenas 83—no necesita jugar bien para ayudar a Houston a evitar establecer un nuevo récord histórico. Con Yordan Álvarez en camino de regreso, es casi seguro que lo evitarán.
En 2022, los Blue Jays disfrutaron de la ventaja de pelotón en tan solo el 30.7% de sus visitas al plato. Esa es la cifra más baja registrada, y gracias a la llegada de Sánchez y (eventualmente) Álvarez a estos Astros, es possible que se mantenga así. Sin embargo, no hace mucho, ese récord estaba muy amenazado. Houston ya había mejorado ligeramente en julio, pero aun así, llegaron a la fecha límite con solo haber tenido la ventaja de pelotón el 31.1% del tiempo. Desde entonces, con Sánchez en el equipo y el bateador ambidiestro Víctor Caratini jugando casi todos los días, han tenido el pelotón a su favor el 40.3% del tiempo. Sin embargo, incluso con esos dos bateadores, su nivel se mantendrá por debajo de esa cifra durante el resto del año. El equipo cuyos bateadores han tenido la segunda menor ventaja de pelotón este año, los Angels, llegó al martes con esa cifra en 39.4%. Los Astros llegaron con 32.3%; Están a salvo en el sótano en el contexto de esta temporada.
Por supuesto, esto no es automáticamente un problema grave. Vivimos en la period en la que el poder y las habilidades de embasado son el motor principal de la ofensiva en la mayoría de las escuadras, y ciertos bateadores de poder prosperan contra lanzadores diestros. Cuanto más aprendemos sobre las trayectorias del bate, más podemos creer que al menos algunos bateadores diestros batearán a los lanzadores diestros tan bien como a los zurdos, y tener algo de esa habilidad impartial de pelotón siempre ha sido parte de la identidad de los Astros, desde el comienzo de la period José Altuve–Carlos Correa. Como lo demostró la adquisición de Isaac Paredes este año (antes de su lesión de isquiotibiales que le puso fin a la temporada), su estadio también les da cierta flexibilidad en este aspecto. Es un gran lugar para ser un bateador diestro sin importar quién esté en el montículo, no solo por los palcos de Crawford en la línea del jardín izquierdo, sino porque es fácil alcanzar las cercas desde el poste de foul del jardín derecho hasta el callejón de potencia del centro derecho, incluso yendo en la dirección opuesta.
Los Blue Jays, que ostentan este récord de culto, lo lograron casi por accidente. Contaban con Vladimir Guerrero Jr., Bo Bichette, George Springer y Teoscar Hernández como base de su alineación, con Lourdes Gurriel Jr., Alejandro Kirk y Matt Chapman como relevo. Parte de ello se debió a que sus jugadores diestros de posición (Kirk, Hernández) formados en sus granjas rindieron mejor que los zurdos. Parte de ello (Chapman) se debió a la selección de jugadores para la defensa que, además, bateaban como diestros. No period algo que Ross Atkins y Mark Shapiro, trasplantados de una organización de Cleveland que busca constantemente la ventaja de bateo con la misma consciencia que cualquier otro equipo de béisbol, se propusieran. De hecho, inmediatamente después, intercambiarían a Gurriel (y a Gabriel Moreno) a Arizona por el zurdo Daulton Varsho; serían el último equipo en darle una oportunidad a Brandon Belt en las Grandes Ligas; y firmarían al bateador ambidiestro Anthony Santander con un contrato notable.
En contraste, esta disposición a evitar las pequeñas ventajas para maximizar el talento puro en la plantilla ha sido un sello distintivo de la estrategia de construcción de equipo de los Astros durante varias administraciones gerenciales. Estuvieron dispuestos a arriesgarse con el novato Cam Smith, y se ha convertido en un fijo en su alineación. Su mayor fichaje como agente libre este invierno fue Christian Walker, un toletero diestro. Houston no tiene ningún problema con esto; creen que pueden beneficiarse más al centrarse en la velocidad del bate y otros indicadores internos de los jugadores que al darles a sus jugadores una de las ventajas sistemáticas, pero limitadas, del béisbol con más frecuencia.
¿Por qué, entonces, se desviaron de eso en la fecha límite? Principalmente, para proteger un poco a Álvarez y complicarle la vida a este tipo de equipos y mánagers (como los Tigres de A.J. Hinch, que vencieron a Houston 1-0 con Tarik Skubal el martes por la noche y los eliminaron el otoño pasado) en la postemporada. Contar con Sánchez debería permitir al equipo batear con él y Álvarez separados por uno o dos puestos en la alineación, obligando al mánager a preguntarse si es posible usar un zurdo para atacar a ambos, pero complicando ese dilema al interponer un peligroso bateador derecho. Eso depende de que Sánchez resuelva el problema, pero el equipo no necesita que sea una estrella. Adquirieron a Carlos Correa para llenar el hueco dejado por Paredes, y ha recuperado su magia desde que volvió a vestir la camiseta de Houston. Solo necesitan un pequeño cambio estratégico para evitar ser explotados por un bullpen descansado en una serie corta.
Hay una conclusión interesante (aunque no sorprendente, si se piensa bien) para los aficionados a quienes no les importan mucho las perspectivas de los Astros de llegar a los playoffs. Este intento fallido de establecer un nuevo mínimo en la eficiencia del pelotón, tan solo tres años después del anterior, forma parte de una tendencia en toda la liga. En basic, los bateadores disfrutan de la ventaja del pelotón con menos frecuencia que antes. A easy vista, este hecho podría sorprender, ya que el mínimo de tres bateadores debería facilitar a los mánagers contrarrestar cuando su oponente recurre a un lanzador de la misma mano durante un tramo específico de la alineación. Sin embargo, como sabemos, esta regla se implementó no solo como una medida gradual para mejorar el ritmo de los juegos, sino para abordar un problema existente y que se agravaba.
En la época en que los abridores trabajaban mucho más en los partidos, especialmente en la década de 1980, period muy poco común que un equipo tuviera la ventaja de pelotón menos del 40% del tiempo, ofensivamente. Una vez que se configuraba la alineación del día, period possible tener las ventajas que uno mismo había planeado durante seis o siete entradas, en lugar de cuatro o cinco. Además, en aquel entonces, solía haber seis jugadores en la banca todos los días, por lo que el bateo de emergente period menos costoso y más esperado. La penalización por bateo de emergente period solo un rumor, y la mayoría de los managers temían más perder la oportunidad de sacar lo mejor de un enfrentamiento que enviar a un bateador frío. También había más bateadores ambidiestros en aquel entonces; tenía más sentido ser ambidiestro en una época en la que la potencia period menos valorada, menos enseñada y menos essential para anotar carreras.
Los Cardinals de 1985 y 1986 tuvieron la ventaja de pelotón en aproximadamente el 84% de sus apariciones al plato. Usaron a los bateadores ambidiestros Tom Herr, Ozzie Smith, Willie McGee, Vince Coleman y Terry Pendleton, pero también tenían pelotones de facto en el jardín derecho (Andy Van Slyke y Tito Landrum) y en la receptoría (Darrell Porter y Tom Nieto). Representan un extremo histórico que sería completamente imposible ahora, aunque eran un caso atípico incluso entonces. Los Astros son la antítesis misma de ese equipo: juegan en un parque con esquinas poco profundas con el objetivo de conectar jonrones; no corren las bases ni tocan mucho la bola; y solo tienen una banca de cuatro hombres.
Esto no es necesariamente malo, ni siquiera estéticamente. Se puede argumentar a favor de la diversión de tomar más decisiones de bateo emergente y de los enfrentamientos entre mánagers, pero la versión del juego que practica la ofensiva de los Astros—no solo conectando cuadrangulares, sino cubriendo los huecos y buscando bases por bolas cuando aciertan—es explosiva a su manera, y muy atractiva. Sin embargo, indiscutiblemente, la historia se está moviendo en una dirección specific. Si no es el equipo de Houston de este año el que enfrenta a sus bateadores contra lanzadores de la misma mano más del 70% del tiempo, podría ser el del próximo año, o algún otro equipo en alguna otra ciudad dentro de cinco años. Los lanzadores, a pesar de una pequeña corrección de reglas dirigida directamente a ellos, están consiguiendo enfrentamientos cada vez más amistosos, y es possible que esto continúe por un tiempo. Sin embargo, cuanto más estudiamos las formas de los lanzamientos, los swings y sus interacciones, más podríamos empezar a dejar atrás la concept de que obtener la ventaja de pelotón es la mejor manera de jugar los enfrentamientos.
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